domingo, 12 de diciembre de 2010

29

Era un autentico placer contemplar cómo algo era deborado, cómo se volvía negro y se convertía en algo distinto... Le habría encantado colocar una salchicha enrascada en las brasas mientras los libros, aleteando como blancas palomas, morían pasto de las llamas delante de la casa. Mientras, los remolinos de chispas pulverizaban los libros y un viento ennegrecido por el incendio los dispersaba.

Ray Bradbury, "Fahrenheit 451".

sábado, 11 de diciembre de 2010

28


Y es que el miedo lo mata todo, la inteligencia, el corazón y, en cualquier caso, la fantasía.

martes, 16 de noviembre de 2010

27


“¿Porqué creen los adultos que los niños soportan mejor los secretos que la verdad? ¿Es que no saben nada de las tétricas historias que uno urde para esconder los secretos?”
Sólo muchos años después, cuando la propia pequeña Y tubo hijos, comprendió que existen verdades que llenan el corazón de desesperación y que no agrada hablar de ellas, y menos aún a tus hijos, salvo que se disponga de un escudo contra la desesperanza.

sábado, 6 de noviembre de 2010

26


Son los muertos. Ellos traen las pesadillas. Te susurran cosas espantosas y luego se tumban encima de tu pecho para escuchar tu corazón desbocado, ¡así creen que han vuelto a la vida!

miércoles, 27 de octubre de 2010

25


Las lanzas, caídas, rotas, bañadas de sangre reposan sobre mi dicha.
El aire, pesado y gris inunda mis pulmones.
El cielo, negro y desolador, dibujada sola por la Luna Roja.
Tumbado, entre los escombros de esta triste guerra, respiro pesadamente.
El aire apesta.
Apesta a muerte.
A muerte y destrucción.
Toso violentamente, la sensación de volverse cada vez más débil es abrumadora.
Girando la cabeza, miro mis manos, caídas en cruz cuan largo era.
Muevo los dedos, manchadas de tinta roja.
Puedo moverlos.
Miro al cielo.
Cómo la sombra de Dios se expande ante mí, y este desolador paisaje.
Cierro los ojos.
Recuerdo...
¿Cuántas almas maté aquella noche?
¿Cuantas vidas quité en mi existencia?
¿Cuanto tiempo ha pasado desde que empezó todo?
Nunca pude responder a esas preguntas.
Ni las respondería aunque lo supiera.
Exhalo el gas que llenó mi cuerpo poco a poco.
Gota.
Abro los ojos, sorprendido.
Gota.
El cielo.
¿Qué le pasa?
Gota.
Un miedo inunda mi alma.
¿Que es eso?
Gota.
Agarro la cara con las manos, aún llenas de esa maldita tinta roja.
Gota.
Miro el cielo.
"Lluvia."
Creo que ése era el nombre correcto de eso.
Lluvia.
De pronto...
Siento paz.
Cierro los ojos, dejo caer mis pesados brazos y respiro.
Huele a pureza.
Jamás había sentido una cosa así.

lunes, 25 de octubre de 2010

24


Soñé un libro sin límites,
Un libro desconocido,
Las hojas dispersas en fantástica abundancia,
En cada línea trazado un nuevo horizonte,
Nuevos cielos presuntuos,
Nuevos estados, nuevas almas.

- Clive Barrer, "Avarat".

domingo, 17 de octubre de 2010

23


- Si hay algo que he aprendido, es que la oscuridad te llama, te seduce con su vértigo. Y es difícil de resistirse a la tentación… Siempre hay algo que ha venido con nosotros de dentro del agujero negro, pegado a los zapatos. Y es difícil librarte de ello.
- ¿Porqué me estas contando todo esto?
- Porque es de la oscuridad de donde vengo. Y es a la oscuridad donde tengo que regresar de vez en cuando.

22


Pensamientos de muerte
Se acumulan sobre mi dicha
Cual nubes oscuras
Encima de la hoz plateada de la luna.

- Sterling Brown, "Pensamientos de muerte".

sábado, 16 de octubre de 2010

21



Porque la asaltaba un miedo atroz. El miedo a la muerte. Un miedo que aguardaba fuera, ante las ventanas, ante los cristales. En cuanto la oscuridad se tragaba su casa igual que la serpiente al ratón, presionaba contra los cristales su rostro. Cada noche hacía encender más luces, más velas… y a pesar de todo el miedo que le acometía… haciéndola flaquear y caer de rodillas –le temblaban demasiado- y vislumbraba su futuro: su carne se marchitaba en los huesos, los gusanos lo devoraban y la Muerte se lo llevaba a rastras.
Se tapó la boca con sus manos para que su hermano situado delante de la puerta no escuchara sus sollozos. Miedo, miedo al fin de los días, miedo a la nada, miedo, miedo, miedo. Miedo a que la muerte ya estuviera en su cuerpo, invisible, que creciera en algún sitio y creciera hasta devorarla. El único enemigo al que no podía matar, quemar, apuñalar, ahorcar, el único del que no podía librarse.

viernes, 15 de octubre de 2010

20


El hombre es el único ser de la naturaleza capaz de reír o llorar.
Ros sabía eso. En cambio, lo que no sabía era que el ojo humano produce tres tipos de lágrimas. Las basales, que humedecen y nutren siempre el bulbo ocular; las reflejas, que salen cuando algo extraño penetra en el ojo; y las emocionales, que están ligadas al dolor. Las emocionales tienen una composición química diferente: contienen unos porcentajes muy elevados de magnesio y la hormona prolactina.
En este mundo de maravillas naturales todo puede ser explicada fácilmente, pero explicar porqué las lágrimas de dolor son fisiológicamente diferentes de las otras es casi imposible.
Las lágrimas de Ros no contenían prolactina.
Ése era su secreto.
Ya no era capaz de sufrir, de sentir empatía necesaria para comprender a los demás.
¿Siempre había sido así, o algo o alguien había arrancado de ella esa capacidad?
Se había dado cuenta de eso con la muerte de su padre, a sus catorce años. Lo había encontrado una tarde, sin vida, en el sillón del cuarto de estar. Parecía que dormía. Eso es lo que contó cuando le preguntaron porqué no había llamado a una ambulancia, sino que se había quedado allí, velándolo, casi una hora. La verdad es que Ros había comprendido en seguida que no había nada que hacer. Y eso la había sorprendido. No ese momento trágico, si no que esa incapacidad para comprender lo que tenía ante sus ojos. Su padre -el hombre más importante de su vida, el que se lo había enseñado todo- ya no estaría más. Pero, ella no sentía nada.
En el funeral había llorado. No porque por fin había comprendido lo que había pasado, sino sólo porque eso era lo que se esperaba de una hija. Aquellas lágrimas habían sido un esfuerzo enorme.
"Me he bloqueado -se dijo- sólo me he bloqueado. Estoy en estado de shock. Seguro que no soy la única a quien le ha ocurrido esto antes." Lo intentó todo. Se torturó con recuerdos para sentir, aunque sólo fuera poco, la culpa. Pero nada.
No lograba entenderlo. Entonces se cerró en un silencio, sin dejar que nadie le preguntase cómo está. Su madre dejó de intentarlo, al ver que es excluida de su interior.
Todos creyeron que estaba rota, desolada. Pero Ros, encerrada en su habitación, se preguntaba porqué solo quería volver a tener la vida de siempre, enterrando aquella etapa en su corazón.
Con el tiempo, las cosas no cambiaron. Ese dolor nunca llegó. Hubo otros funerales: su abuela, una amiga, otros pariente... pero tampoco en esos casos consiguió sentir nada, a excepción del impulso de evitar relacionarse con la muerte lo más rápido posible.
¿A quién podía decírselo? La habrían mirado como a un monstruo, indigna de ser de la raza humana. Sólo su madre, en el echo de muerte, comprendió la indiferencia en su mirada y apartó la mano de la suya, como si de repente sintiera frío.
Cuando acabaron todos los lutos de su familia, para Ros fue más fácil aparentar con los extraños lo que no sentía. Cuando alcanzó la edad en la cual se necesita contacto humano, especialmente con el sexo opuesto, fue un problema. "No puedo puedo comenzar nada con un chico si no soy capaz de sentir empatía por él". Así definía sus problemas. Donde la palabra "empatía" sustituía "capacidad de mostrar sus propias emociones hacia una persona para identificarse con él".
Entonces empezó a consultarlo con los psicoanalistas. Algunos no sabían qué decir, otros que la terapia sería larga, que se trabajaría bastante para encontrar sus raíces emocionales y entender dónde y porqué se había detenido ese proceso de sentimientos.
Pero todos decían que necesitaba salir de su bloqueo.
Durante años asistió a terapia, sin resultado. Incluso cambió de médico varias veces, y estaría cambiando muchas veces, si uno de ellos, no le hubiera dicho: "el dolor no existe, como el resto de las emociones humanas. Es sólo química. El amor es solo endorfinas. Con una inyección de Pentotal puedo suprimirle todas las emociones. Sólo somos máquinas de carne."
Por fin se sentía aliviada. No podía hacer nada, su cuerpo tomaba una forma de protección, como pasa con algunas maquinas. El medico le dijo también que hay ciertas personas, cuando sienten mucho dolor, demasiado, mucho más de lo que puede tolerar un cuerpo humano; es en ese estado, cuando dejan de vivir, o se acostumbran a ello.
Había aceptado eso. Aún así, siempre se hacia una pregunta: ¿sería capaz de amar a alguien alguna vez?
Sin saber la repuesta, Ros había vaciado su mente y su corazón. Nunca tendría amor, un marido o un novio, ni tampoco hijos, ni siquiera un perro. Porque el secreto era no tener nada que perder. Nada que alguien pudiera arrebatarle.
Entonces decidió algo. Aunque no encontrara esa emoción en su interior, la provocaría de un modo artificial.
El sadismo.
El modo de actuar de un asesino en serie se reconoce por sus formas de actuar sádicos y retorcidos. Las víctimas son consideradas objetos, de cuyo sufrimiento, se puede sacar un provecho personal.
El asesino en serie, mediante la utilización del sadismo con su víctima, logra sentir placer.
Aveces se reconoce en él la incapacidad de alcanzar una relación madura, que son falladas, por tanto, se pasan de personas a cosas. La violencia es una posibilidad de contacto con el resto del mundo.
"Por eso no quiero que también me suceda a mí".

jueves, 14 de octubre de 2010

19


Podemos fingir que amamos. Podemos acostumbrarnos al otro. Podemos vivir toda la vida entera de amistad, crear una familia, hacer sexo todas la noches, y aun así, sentiremos que hay un vacío en todo esto… que falta algo importante.

martes, 12 de octubre de 2010

18

- ¿Así que ya no me vas a preguntar?
- Por la forma en la que reaccionaste, debe tratarse de algo serio.
......
- Sé que tal vez esto no te interese, pero... ¿Te gustaría escucharlo?
......
- He estado pensando en ello... en el miedo.
- ¿Sólo porque viste a esos niños?
- Eso no tiene nada que ver. ¿Recuerdas que me preguntaste que si había un chico que me gustara?
- ¡Bueno, eso fue...!
- No pasa nada. Soy una chica. Así que también hay un chico que me gusta. Pero... Jamás he sido capaz de decirle lo que siento. O tal vez no me siento con el derecho de hacerlo.
- Pero tu podrías salir con el chico que quisieras.
- ¿Aún cuando soy una asesina?
- Oh...
.......
- Hace 5 años... una noche fui atacada por un hombre en la calle. Obviamente no me hirió, porque llevaba conmigo una katana de madera. Le fracturé el hombro y el fémur. Le dije a la policía lo que pasó y me llevaron a casa en una patrulla.
- Entonces podría decirse que se trató en defensa propia.
- Pero eso es algo que me ha tenido obsesionada hasta ahora. Me divertí haciéndolo... Buscaba enemigos sin motivo alguno solo por diversión.
........
- En ese momento, me dí cuenta de la situación en la que estaba... y pretendí tener miedo para iniciarlo más. Y sin dudarlo, lo enfrenté.
........
- Me divertí viendo su reacción... !lo estaba disfrutando y no sabia por qué...! ¡Esa soy yo en realidad! ¡¡Es es la verdadera YO!! Estaba obsesionada de poder y disfrutaba cada momento... ¡¿De verdad crees que puedo ser una chica normal con sentimientos?!
- ¡Pero cuando ellos aparecieron, yo también...!
- ¡Pero en tu caso fue desde que ellos aparecieron! Lo mío viene de mucho tiempo atrás...
- Tú...
- Me dí cuenta cuando estábamos allí... no había cambiado en nada. Y no solo eso, cada vez empeoro más...
..............
Acepté su oscuridad. No, fue su manera de ser lo que acepté. Y claro, también lo hice para sobrevivir.

domingo, 10 de octubre de 2010

17


No voy a buscar más la felicidad. Ahora veo la vida con mis propios ojos, y no con los demás.
¿Porqué no voy a buscar la felicidad si la gente me ha dicho que es lo único que merece la pena? ¿Porqué voy a tomar un camino que otros no se arriesgaron a tomar?
Después de todo… ¿qué es la felicidad?
Algunos dicen amor. Pero el amor nunca ha dado felicidad. Al contrario, siempre es una angustia, un campo de batalla, muchas noches en vela, preguntándonos si estamos haciendo lo correcto… El amor está echo de agonía.
Otros dicen paz. ¿Paz? Si miramos a Dios, Él nunca está en paz. El invierno lucha contra el verano, el lobo persigue al hombre, que tiene miedo del perro, que persigue al gato, que persigue al ratón…
Dicen otros que el dinero da la felicidad. Muy bien, entonces todas las personas que tienen suficiente dinero para vivir como un rico, dejan de trabajar, son felices. Pero siguen más nerviosas que antes. Con el miedo a perderlo todo. El dinero da más dinero, pero no da la felicidad.
He buscado la felicidad, sí, aunque no lo parezca. Pero ahora lo que quiero no es felicidad, sino alegría. La alegría es como el sexo: empieza y acaba. Y yo quiero placer. Quiero estar contenta. Pero… ¿felicidad? Ya no caigo en esa trampa.
Cuando estoy con alguien, las provoco con estas preguntas. Todos dicen “soy feliz”.
Y digo, “pero ¿no quieres tener más?” Todos dicen “claro”.
“Entonces no eres feliz”.

sábado, 9 de octubre de 2010

16


Subdividimos a los asesinos en dos grandes categorías: desorganizados y organizados.
El primer grupo es desorganizado en todos los aspectos de su vida. Es una persona que ha fracasado en el contacto humano, un solitario. Tiene una inteligencia inferior a la media, una pobre soltura, y desarrolla un trabajo que no requiere ninguna habilidad especial. No es sexualmente activo. En general, sólo ha tenido experiencias rápidas y torpes.
A menudo es una persona que en la infancia había tenido una dura disciplina. Por eso mismo, hace a las víctimas la misma cantidad de dolor y sufrimiento que él recibió de pequeño. Esconde un sentimiento de rabia y hostilidad que no siempre manifiesta al exterior, con las personas que contacta habitualmente.
El desorganizado no planifica: actúa espontáneamente.
La falta de organización del crimen hace que el asesino se sienta ansioso en el momento del acto. Por eso casi siempre actúa cerca de los lugares que le son familiares, donde se siente cómodo. La ansiedad y el echo de que no se aleja demasiado para matar, lo llevan a cometer errores, por ejemplo, dejando huellas.
En general, sus víctimas sólo son personas que se encuentran en un momento equivocado y en el lugar equivocado. Y mata porque es el único modo que conoce de relacionase con los demás.
Y el organizado es muy listo. Resulta demasiado difícil cogerlo a causa de su perfecto “mimetismo”: parece alguien normal, que respeta las leyes, las reglas. Es bueno en su trabajo. A veces es alguien importante en algún grupo social. No ha tenido traumas en la infancia. Tiene familia que lo quiere. Es sexualmente activo y no tiene problemas en relacionarse con el sexo opuesto. Mata solo por puro placer.
Es un depredador. Escoje a sus víctimas con mucho cuidado, normalmente buscándolas en lugares alejados de donde vive. Es listo, prudente. Es capaz se saber las evoluciones sobre su caso, adelantándose así a los que lo persiguen. Es difícil capturarlo: aprende de la experiencia. El organizado acecha, espera y mata. Sus pasos pueden ser pensados durante días o semanas. Siempre busca un contacto con su futura víctima, fingiendo algunos comportamientos o algunas cosas para ganarse su confianza. Para tener siempre la razón, prefiere las palabras que a la fuerza física. La suya es una obra de seducción.
La escena del crimen siempre estará limpia, porque su palabra es “control”.

martes, 5 de octubre de 2010

15


Sentado en el único sillón que tenía el pequeño apartamento, esperaba entre las sombras. Al abrirse la puerta vi como los ojos de la joven expresaban una excitación hasta ahora desconocida.

- Asesina. -Dije con una nota de desprecio en mi voz. Su sonrisa desapareció y dejó paso a un gesto de desconcierto.

En ese momento le lancé entre las manos aún manchadas de sangre la cartera del chico. Apenas pudo agarrarla cuando continué: - Has matado a un muchacho indefenso. ¿Sabes como se llamaba?, ¿Si tenía familia?, ¿Si se merecía morir atado como un perro?.
Ella abrió con las manos temblorosas la cartera de piel. En ella estaba la documentación y una foto de un recién nacido. Sus ojos se levantaron hacia mí aún más desconcertados.

-Si, es su hijo, mejor dicho, era. - Mientras hablaba estudiaba sus reacciones a mis palabras. - Se llama Arturo, como el cadáver que tienes a tus espaldas.

Por primera vez desde que había quitado una vida abrió los labios, fijo sus oscuros ojos en mi figura y dijo con una seguridad hasta ahora desconocida: - Sólo son humanos, estoy por encima de ellos.

En ese momento supe que estaba preparada, que había superado la prueba. Ella también lo sabía. Abandonamos el apartamento en silencio, mientras la llevaba a casa en el coche, no cruzamos ninguna palabra. El sonido del motor a gran velocidad por la autopista era nuestra única compañía. Paré el coche en la esquina anterior a su casa, como solía hacer. Nuestras miradas se encontraron y pude ver un brillo diferente en sus ojos.

- Hasta mañana. Susurré. -Descansa y medita sobre lo que ha ocurrido esta noche.

- ¿Y el cuerpo?. -Preguntó.

- Te dije que eso es cosa mía. Ahora vete y recuerda que has cruzado una línea. Ya nada volverá a ser igual.

Las últimas palabras que pude oír de su angelical boca antes de que cerrara la puerta del coche y se perdiera en su portal fue un suave:

- Gracias por mi regalo.

14


La luz de la luna se deslizaba entre las persianas rotas haciendo brillar el cuchillo entre mis manos. El chico se agitaba y yo podía percibir su ansiedad, el miedo bajo la forma de sonidos, y también de olores. La respiración rápida y el sudor de las axilas. Me acerqué a la cama, lentamente, dejando que mis pasos crujieran sobre el suelo, para que el chiquillo pudiera darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Apoyé la hoja del cuchillo plana sobre el tórax. ¿Tenia que decirle algo? No se me ocurría nada. Un escalofrío me recorrió la espalda y de repente sucedió algo que no me esperaba: tuve una excitación.

Levanté el cuchillo algunos centímetros, deslizándolo lentamente a lo largo del cuerpo del chico hasta llegar al estómago. Luego me detuve. Tomé aliento y empujé despacio el extremo de la hoja hasta transpasar el tejido de la camiseta, hasta tocar la carne. El chico intentó gritar, pero únicamente consiguió emitir una patética imitación de un grito de dolor. Hundí el cuchillo unos centímetros más, la piel se hirió profundamente, como si se rasgara. Reconocí el blanco de la grasa, pero la herida todavía no sangraba. Entonces empujé más la hoja, hasta sentir el calor de la sangre en la mano y advertir una exhalación intensa, liberada por las entrañas. El chico arqueó la espalda, favoreciendo involuntariamente mi obra. Apreté más, hasta que noté la punta del cuchillo tocaba la columna vertebral. El chico permaneció en esa posición arqueada durante algunos segundos. Luego cayó pesadamente sobre la cama, sin fuerzas, como un objeto inanimado...

domingo, 3 de octubre de 2010

13


Tardé algunos segundos en acostumbrarme a la oscuridad. La poca luz que llagaba de la lámpara del techo era apenas suficiente para iluminar débilmente la cara del chico. Estaba tumbado en la cama, con las manos y los pies atados a los bordes de la cama con cuerdas gruesas. Vestía una camiseta a cuadros y unos vaqueros, no llevaba zapatos. Un pañuelo alrededor de la boca le impedía hablar, por lo que se limitaba a emitir sonidos incoherentes, como gruñidos. El pelo sobre la frente estaba empapado de sudor. Se agitaba como una bestia prisionera y tenía los ojos en blanco a causa del pánico.

- ¿Quién es? - pregunté.


- Un regalo para ti.


- ¿Y qué se supone que debería hacer con él?


- Lo que queras.


- Pero no sé quién es.


- Tampoco yo. Hacía autoestop. Lo he subido al coche mientras volvía hacia aquí.


- Quizá debamos desatarlo y dejar que se vaya.


- Si eso es lo que quieres...


- ¿Porqué no debería hacerlo?


- Porque ésa es la demostración de lo que es el poder, y de cómo va unido al deseo. Si tú deseas liberarlo, entonces hazlo. Pero si quieres algo más de él, eres dueño de elegir.


- ¿Estás hablando de sexo?


Él sacudió la cabeza, decepcionado.


- Tus imaginación es muy limitada, criatura. Tienes a tu disposición una vida humana, la más grande y asombrosa creación de Dios, y follártela es lo único que se te ocurre...


- ¿Qué tendría que hacer con una vida humana?


- Tú lo has dicho: si quisieras matar a alguien, te haría falta contratar a alguien que lo hiciera por ti. ¿Pero realmente crees que eso te da el poder de quitar una vida humana? Tu dinero tiene ese poder, no tú. Hasta que no lo hagas con tus manos, no experimentarás qué significa.


Miré de nuevo al chico, visiblemente aterrorizado.


- Pero yo no quiero saberlo - dije.


- Porque tienes miedo. Miedo a las consecuencias, de que podrás ser castigado o del sentimiento de culpa.


- Es normal tener miedo a ciertas cosas.


- No, no lo es, chiquilla... ¿Y si te dijera que puedes hacerlo, que puedes quitarle la vida a alguien y que nadie lo sabrá jamas?


- ¿Nadie? ¿Y tú?


- Yo soy quien lo ha secuestrado y lo ha traído hasta aquí. Y también seré quien enterraría el cadáver...


Bajé la cabeza.


- ¿No lo sabrá nadie?


- Si te dijera que quedarías limpio, ¿eso llenaría tu deseo de probarlo?


Me miré las manos durante un largo instante, mi respiración se aceleró mientras dentro de mí nacía una extraña euforia, nunca antes sentida.


- Necesitaría un cuchillo - dije.


Él se fue a la cocina. Mientas tanto, me fijé otra vez en el chico, que me suplicaba con la mirada y sollozaba. Frente a aquellas lágrimas que caían silenciosas, descubrí que yo no sentía nada.


Él volvió con un largo cuchillo afilado y me lo puso entre las manos.


- No hay nada más satisfactorio que quitar una vida - me dijo -. No la de una persona en particular, cono un enemigo o alguien que te ha echo daño, sino un hombre cualquiera. Te otorga el mismo poder que posee Dios.


Luego me dejó y salió, cerrando la puerta a su espalda.


12


Metal frío sobre mi mente,
Las arañas buscan mi corazón.
Es una luz que se apaga en mi boca.

- Georg Tralk, "De profundis".

sábado, 2 de octubre de 2010

11


Todas las palabras están escritas con la misma tinta,
“Fleur” (flor) y “peur” (miedo) casi son iguales,
Y puedo escribir “sang” (sangre) en una página entera,
De arriba abajo, y no la manchará,
Ni tampoco me herirá.

- Philippe Jaccottet, "Parlet".

viernes, 1 de octubre de 2010

10


Nada malo puede habitar en tales templos.
Porque si el mal tuviera una morada tan bonita,
El bien querría vivir en su casa.

- William Shakespieare, "La tempestad".

9


Y a veces, en un viejo libro
Se ha dibujado una incomprensible oscuridad.
Allí estuviste una vez. ¿Adonde te has ido?

- Rainer Maria Rilke, "Improvisaciones del invierno de Capri".

8


Su ojo no es tan claro cono la luz del sol,
Su boca no exhibe el arrebol de las granadas,
Blanca como la nieve es la nieve, su seno no lo es,
¿Que su cabello es de oro? Su oro se ha ennegrecido.

- William Shakespeare, "Sonetos".

7

Yo no creía en el paraíso.
Creía en el dolor.
Creía en el miedo.
Creo en la muerte.
En el fondo de este rió, hay un mar de muertos.
Cuando se descomponga mi cuerpo, ya no habrá nadie para decir que yo no era como ellos.
Sentía a los muertos debajo de mis pies, alzándome sus brazos, confundiéndome con uno de los suyos.
No era difícil confundirse.
No se que pensar del paraíso.
Pero en ángeles sí que creo.

martes, 28 de septiembre de 2010

6


Contemplaba lo que un hombre puede hacer a otro con una sonrisa en los labios.

miércoles, 2 de junio de 2010

5


"Empapelo mis sentimientos,
Los salpico en estas cuatro paredes,
Los diseco,
Pincelada de color a mi corazón
Que de luto huye,
Porque esta noche hice el amor con
Mi sombra
Y por un momento
Mi silueta se confunde con la Luna,
Exploto por dentro...
Y mis gemidos se acercan,
Reconociéndome como compañera de soledad."

4

Mr.X seguía sosteniendo la caja de cerillas en su mano. En una casa llena de libros, eran muy peligrosas. La mirada desaprobada de miss.Y parecía traerle sin cuidado.

- Creo que aquí hay alguien que tiene una imagen muy equivocada del fuego. Admito que puede ser un animalito mordedor, -prosiguió mr.X- pero es posible domesticarlo -y tras estas palabras sacó una cerilla se la caja, la prendió y se introdujo la llama en la boca abierta.


Cuando sus labios se cerraron alrededor del palito ardiente, miss.Y contuvo el aliento. Ms.X volvió a abrir la boca, sacó la cerilla apagada y la depositó encima de su plato vacío.


-¿Te das cuenta, pequeña? -le dijo.- No me ha mordido. Es más fácil de domesticar que un gatito.

3

"Los libros... son mis hijos, mis hijos negros de tinta, y yo los cuido con cariño. Mantengo la luz del sol lejos de sus páginas, les limpio el polvo y los protejo de la voraz carcoma de los libros y de los mugrientos dedos humanos."

domingo, 30 de mayo de 2010

2

- ¿Cómo voy a explicarte cómo es? Si te obligasen a ver cómo un gato se zampa a un pajarillo, seguro que llorarías, ¿no es verdad?- inquirió mr.X -. O intentarías ayudarlo. Ella daría el pájaro como comida al gato con la única finalidad de contemplar cómo lo destroza con sus garras, y los chillidos y los pataleos del pequeño animal le sabrían más dulces que la miel.

La pequeña Y retrocedió un paso, pero mr.X siguió avanzando hacia ella.


- No creo que te divierta aterrorizar a las personas hasta que le tiemblen tanto las rodillas que son incapaces de mantenerse en pie, ¿verdad? A Ella no le complace otra cosa. Y probablemente tampoco creerás que puedes coger sin más lo que se te antoje, sin importar el cómo, ni el dónde. Ella sí lo cree, y tu padre, por desgracia, posee algo que Ella desea arrebatarle a toda costa.


La pequeña Y dirigió una mirada a su padre, pero él se limitaba a permanecer inmóvil, mirándola.


- Ella no sabe encuadernar libros como tu padre - prosiguió mr.X -. No es experta en nada, excepto en una sola cosa: infundir miedo. En eso es una maestra. Vive de ello. A pesar de todo creo que ni Ella misma sabe qué se siente cuando el miedo te paraliza los músculos y te humilla. Sin embargo, conoce a la perfección el modo de provocarlo y difundirlo, en las casas y en las camas, en los corazones y en las mentes. Sus hombres reparten el miedo como la misiva negra, lo deslizan por debajo de la puerta y en los buzones, lo pintan con pincel en los muros y en las puertas de los establos, hasta que se propaga de manera completamente espontánea, silencioso y hediondo como la peste - mr.X se encontraba ahora muy cerca de la pequeña Y -. Ella tiene muchos secuaces -musitó-. La mayoría la siguen desde que eran niños, y si Ella ordenase a uno de ellos que te cortase una oreja o la nariz, obedecería sin pestañear. Les gusta vestirse de negro como los grajos, su jefa es la única que lleva una camisa blanca debajo de una chaqueta negra como el hollín, y si alguna vez te encuentras con uno de ellos, hazte pequeña, muy pequeña para que quizás no se fijen en ti, ¿entendido?. Comprendo que tu padre nunca te halla hablado de Ella, yo también preferiría hablarles a mis hijos de gente amable.


- ¡Yo sé que no hay sólo gente amable! -la pequeña no pudo evitar que su voz temblase de rabia. Quizás también de temor.


- ¿Ah, sí? ¿Y cómo? -afloraba su sonrisa enigmática, triste y arrogante al mismo tiempo-. ¿Acaso has tenido que vértelas alguna vez con una verdadero malvado?


- He leído sobre ellos.


Mr.X soltó una carcajada, llenando su cara de cicatrices con otra sonrisa, ahora complacida.


- Caramba, es cierto, es casi lo mismo -reconoció. Su sonrisa escocía como el veneno de las ortigas. Se inclinó hacia la pequeña y la miró a los ojos-. A pesar de todo, te deseo que eso quede reducido a la lectura -dijo en voz baja.

sábado, 29 de mayo de 2010

1


"Amada mía, esta noche sin luna, espérame al alba. Entraré por tu ventana. Por favor, no me castigues... por favor, te lo suplico. No resisto más sin verte. Me arde el alma, mi boca es una losa de mármol muerto sin tus besos. Mi pecho sin tu piel es tierra arrasada por el fuego. Me duele cada segundo sin sentirte, no puedo soportarlo. ¿Acaso no lo entiendes? Mi sexo agoniza sin ti. Mis fuerzas flaquean. Déjame entrar en tus sábanas, abrir tus piernas de miel... mi vida. Yo lameré tus muslos, avanzaré despacio con mi lengua hasta beberme tu humedad de rocío. Sí, el dulce néctar de tu flor abierta. Te haré llorar de placer, amada mía, y cuando ruede tu primera lágrima, la convertiré para ti en un diamante... un diamante azul."

- Ángela Becerra, "Ella, que todo lo tuvo".