sábado, 9 de octubre de 2010

16


Subdividimos a los asesinos en dos grandes categorías: desorganizados y organizados.
El primer grupo es desorganizado en todos los aspectos de su vida. Es una persona que ha fracasado en el contacto humano, un solitario. Tiene una inteligencia inferior a la media, una pobre soltura, y desarrolla un trabajo que no requiere ninguna habilidad especial. No es sexualmente activo. En general, sólo ha tenido experiencias rápidas y torpes.
A menudo es una persona que en la infancia había tenido una dura disciplina. Por eso mismo, hace a las víctimas la misma cantidad de dolor y sufrimiento que él recibió de pequeño. Esconde un sentimiento de rabia y hostilidad que no siempre manifiesta al exterior, con las personas que contacta habitualmente.
El desorganizado no planifica: actúa espontáneamente.
La falta de organización del crimen hace que el asesino se sienta ansioso en el momento del acto. Por eso casi siempre actúa cerca de los lugares que le son familiares, donde se siente cómodo. La ansiedad y el echo de que no se aleja demasiado para matar, lo llevan a cometer errores, por ejemplo, dejando huellas.
En general, sus víctimas sólo son personas que se encuentran en un momento equivocado y en el lugar equivocado. Y mata porque es el único modo que conoce de relacionase con los demás.
Y el organizado es muy listo. Resulta demasiado difícil cogerlo a causa de su perfecto “mimetismo”: parece alguien normal, que respeta las leyes, las reglas. Es bueno en su trabajo. A veces es alguien importante en algún grupo social. No ha tenido traumas en la infancia. Tiene familia que lo quiere. Es sexualmente activo y no tiene problemas en relacionarse con el sexo opuesto. Mata solo por puro placer.
Es un depredador. Escoje a sus víctimas con mucho cuidado, normalmente buscándolas en lugares alejados de donde vive. Es listo, prudente. Es capaz se saber las evoluciones sobre su caso, adelantándose así a los que lo persiguen. Es difícil capturarlo: aprende de la experiencia. El organizado acecha, espera y mata. Sus pasos pueden ser pensados durante días o semanas. Siempre busca un contacto con su futura víctima, fingiendo algunos comportamientos o algunas cosas para ganarse su confianza. Para tener siempre la razón, prefiere las palabras que a la fuerza física. La suya es una obra de seducción.
La escena del crimen siempre estará limpia, porque su palabra es “control”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario