domingo, 31 de agosto de 2014
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Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve, que se le mude en sierpe en la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia, y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca. Que los gusanos de los libros le roan las entrañas como lo hace el remordimiento que nunca cesa. Y cuando, finalmente, descienda al castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre...
Y algo tan pequeño y lejano, casi inalcanzable, puede iluminar el camino más oscuro y desalentador al que nos enfrentemos. Una luz que nació hace tanto puede dar calidez incluso en la lejanía.
ResponderEliminarEsto que acabas de decir, es muy bonito :)
ResponderEliminarUno, que esta inspirado por que tiene motivos para estarlo =)
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