- No me habían dicho que tubieses tanta cara dura...
- Es que la poca que tengo, la reservo toda para ti...
- ¿Por qué?
Porque me das miedo, pensé.
- Es que la poca que tengo, la reservo toda para ti...
- ¿Por qué?
Porque me das miedo, pensé.
Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve, que se le mude en sierpe en la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia, y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca. Que los gusanos de los libros le roan las entrañas como lo hace el remordimiento que nunca cesa. Y cuando, finalmente, descienda al castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre...
No hay comentarios:
Publicar un comentario