Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve, que se le mude en sierpe en la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia, y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca. Que los gusanos de los libros le roan las entrañas como lo hace el remordimiento que nunca cesa. Y cuando, finalmente, descienda al castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre...
"Empapelo mis sentimientos, Los salpico en estas cuatro paredes, Los diseco, Pincelada de color a mi corazón Que de luto huye, Porque esta noche hice el amor con Mi sombra Y por un momento Mi silueta se confunde con la Luna, Exploto por dentro... Y mis gemidos se acercan, Reconociéndome como compañera de soledad."
Mr.X seguía sosteniendo la caja de cerillas en su mano. En una casa llena de libros, eran muy peligrosas. La mirada desaprobada de miss.Y parecía traerle sin cuidado. - Creo que aquí hay alguien que tiene una imagen muy equivocada del fuego. Admito que puede ser un animalito mordedor, -prosiguiómr.X- pero es posible domesticarlo -y tras estas palabras sacó una cerilla se la caja, la prendió y se introdujo la llama en la boca abierta. Cuando sus labios se cerraron alrededor del palito ardiente, miss.Y contuvo el aliento. Ms.X volvió a abrir la boca, sacó la cerilla apagada y la depositó encima de su plato vacío. -¿Te das cuenta, pequeña? -le dijo.- No me ha mordido. Es más fácil de domesticar que un gatito.
"Los libros... son mis hijos, mis hijos negros de tinta, y yo los cuido con cariño. Mantengo la luz del sol lejos de sus páginas, les limpio el polvo y los protejo de la voraz carcoma de los libros y de los mugrientos dedos humanos."